Se le llama Imperio Bizantino al Imperio Romano de Oriente, cuya existencia se prolongó desde 395 hasta 1453 d. C. El Imperio Bizantino se consideró el heredero del poder político, militar y económico de Roma.
El emperador Constantino el Grande eligió a la ciudad de Bizancio como capital del imperio Romano en el año 330 d.C. La ciudad pasó a llamarse Constantinopla en su honor después de su muerte en el 337 d.C. Esta ciudad estaba situada estratégicamente en la península de Anatolia, entre el Mar Negro y el Mar de Mármara, por lo que facilitaba la administración imperial y el comercio entre los pueblos.
En el siglo IV, el Imperio Romano de Oriente (Imperio Bizantino) comprendía los territorios de Grecia, Turquía, Siria, Macedonia y Egipto. A lo largo de su historia, este imperio experimentó momentos de auge y expansión, así como también vivió momentos de pérdida territorial, hasta finalmente perecer con la caída de su capital en 1453.
La existencia del Imperio Bizantino se corresponde con el período medieval en Europa. Roma cayó en manos de los pueblos germanos en el año 476 d.C. Por esa razón, en Occidente el imperio termina por desintegrarse en distintos reinos. Los habitantes del imperio oriental, sin embargo, continuaron llamándose a sí mismos romanos.
La desaparición posterior del Imperio Bizantino en 1453 se considera como uno de los eventos que marcarían el surgimiento de la Edad Moderna en el siglo XV. Los otros dos grandes eventos serían la invención de la imprenta por el Alemán Johannes Gutenberg y la llegada de los europeos al Nuevo Mundo (continente americano).
Hieronymus Wolf fue quien popularizó el término bizantino para denominar a la civilización romana oriental, cuando poco después de un siglo de la caída de Constantinopla en manos de los turcos otomanos escribió en 1557 el Corpus Historiae Byzantinae.
Resumen histórico
Origen (395 d.C)
El denominado Imperio Bizantino se originó cuando el emperador Teodosio dividió al Imperio Romano en el año 395 d.C. entre sus hijos. Así, Honorio quedaría a cargo de los territorios occidentales y Arcadio gobernaría los territorios del Este.
Esplendor del Imperio (527-565 d.C)
El momento de mayor esplendor del Imperio Romano de Oriente se alcanzó durante el reino de Justiniano (527-565 d. C). El emperador Justiniano se dispuso a reunificar al Imperio Romano y a reconquistar así las tierras al occidente. Con este fin, no escatimó en los gastos de armar un poderoso ejército.
En el siglo VI todo el Mar Mediterráneo volvió a ser controlado por los descendientes de Roma. Se gestó entonces un periodo de gran flujo comercial y de florecimiento cultural. Constantinopla se enriqueció, se construyeron obras públicas y también edificios que embellecieron la ciudad. El más famoso de estos fue la basílica de Santa Sofía.
La caída de Constantinopla (1453)
Pasado un milenio de su fundación, el Imperio Romano de Oriente apenas dominaba los territorios hallados en torno a la ciudad de Constantinopla. Bizancio había perdido su supremacía comercial en el Mediterráneo y a partir del siglo XIV fue asediada en múltiples oportunidades por los turcos otomanos.
En 1453, los otomanos dirigidos por el sultán Mehmet II se arrojan sobre la ciudad. Las fuerzas leales al emperador Constantino XI no lograron resistir las embestidas enemigas. Constantinopla cayó y con ella todo lo que quedaba del Imperio Bizantino.
Características del Imperio Bizantino
Religión del Imperio Bizantino
El Imperio Romano de Oriente era cristiano. Ahora bien, en el interior de la sociedad bizantina hubo controversias religiosas a lo largo de su dilatada historia. En el siglo VIII, por ejemplo, tuvo lugar la querella de los iconoclastas, quienes querían destruir las imágenes religiosas ya que, según creían, estas fomentaban las prácticas supersticiosas y no la adoración de Dios.
Las controversias políticas entre Roma y Constantinopla llevaron al Cisma de 1054. Esto significa que las iglesias de Occidente y Oriente se separaron. A partir de entonces, los cristianos del Imperio Bizantino seguirían los dogmas establecidos por el Patriarca de Constantinopla y no por el Papa. La Iglesia de Oriente se conoce como Iglesia Ortodoxa.
Política imperial bizantina
El poder político en el Imperio Bizantino estuvo estrechamente relacionado al poder religioso. El emperador pasó a tener el título de Basileus desde el siglo VII. Es decir que, aparte de ser el gobernador del imperio, el emperador también era un representante de Dios en la tierra.
El Imperio Bizantino se constituyó como un Estado centralizado. Para la administración pública, el emperador contaba con funcionarios en distintas regiones que se encargaban de ejecutar sus proyectos. Así mismo, un numeroso ejército seguía las instrucciones del poder civil para defender las fronteras y asegurar el orden social.
Leyes
En el siglo VI se compiló y se dio forma al Código de Justiniano (Corpus Iuris Civilis), con el cual se recopilaron antiguas constituciones imperiales y se sistematizaron las leyes que debían regir la vida civil. Estas leyes tendrían gran influencia en la historia del derecho en todo el mundo occidental.
Economía del Imperio Bizantino
Constantinopla fue un importante nodo comercial en el mundo medieval. Debido a su posición geográfica, por el Imperio Bizantino circularon productos que provenían desde lugares tan lejanos como China en el Este, y España, por el Oeste. Allí tenía lugar un tránsito de todo tipo de bienes, desde materias primas hasta artesanías lujosas.
Las rutas comerciales que convergieron en Constantinopla se conectaban al norte con Rusia a través del mar Negro, a África a través de Egipto, y a Asia, mediante los intercambios que propiciaba la Ruta de la Seda.
En el interior del imperio, no obstante, hallamos estructuras económicas feudales en cuanto a la propiedad de la tierra. La nobleza era dueña de los latifundios y para esta cultivaban la tierra los campesinos, quienes debían pagar impuestos a cambio de su protección.
Cultura Bizantina
El Imperio Bizantino fue epicentro de la confluencia de diversas culturas. En Bizancio se mantuvo la tradición del pensamiento helénico mezclado con las enseñanzas de la Iglesia Ortodoxa. En ciertos monasterios y bibliotecas se preservaron y recopilaron textos de la antigüedad clásica. A esto le podemos sumar la influencia de las culturas del Medio Oriente en el arte, la arquitectura y la gastronomía.
Lenguas del Imperio Bizantino
El idioma latín fue preponderante por dos siglos. Luego, desde la primera mitad del siglo VII y hasta el final del imperio, el idioma oficial y predilecto fue el griego. Esta era la lengua de la cultura, de la liturgia y la lengua franca para las relaciones comerciales.
En las distintas fronteras del imperio había pueblos en los que se hablaban idiomas como el albanés, lenguas eslavas: serbio, búlgaro, etc., así como también semíticas: árabe, arameo, etc.
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